Robert Steuckers
De Covadonga a la nación española
Prólogo de Robert Steuckers al último libro del profesor Carlos X. Blanco: "De Covadonga a la nación española. La hispanidad en clave Spengleriana"
La obra de Carlos X. Blanco trata de la historia de España, de la Reconquista desde
el choque inicial de Covadonga, donde la primera resistencia victoriosa
a la invasión de los moros inicia la lenta recuperación de la Península
Ibérica por parte de sus pueblos combativos del noroeste. Ya se han
escrito innumerables obras sobre estas páginas épicas de la historia,
pero la obra de Carlos X. Blanco posee una originalidad sin igual: la
obra está directamente inspirada en las tesis del alemán Oswald
Spengler, quien inspiró la Revolución Conservadora, tesis spenglerianas
de las que nuestro autor es hoy en día un insigne especialista en
España.
Para Carlos X. Blanco, la idea spengleriana de "centinela" se aplica a los pueblos ibéricos del noroeste de la Península Ibérica. Después del choque inicial de Covadonga, vendrán las órdenes de caballería españolas, los almogávares, después la Orden del Toisón de Oro, los tercios, esto es, los mejores regimientos de infantería de los siglos XVI y XVII, etc., todas ellas fueron unas estructuras militares dotadas con el espíritu de "pueblos centinela".
Este espíritu de caballería es el fundador del Imperio y, en el lenguaje de Oswald Spengler, el cual Carlos X. Blanco hace suyo al aplicarlo a la materia que es la historia de España, consiste en un espíritu propiamente "fáustico". Deriva este espíritu fáustico de la naturaleza eminentemente campesina de la España de los pueblos del noroeste, de su lealtad a la institución de la propiedad de la tierra de la hacienda (1) que se ocupa de la agricultura y la ganadería y, por lo tanto, una concreción fundamental en oposición, quizás, a la otra España, más urbana, más civilizada (En el sentido negativo que Spengler le da a la palabra " civilización"). Pero sin la contribución de esta cultura fundada en la tierra (foncière), fáustica, sin esta aspereza rural, España no habría conocido su gloriosa historia.
Pero hoy España, al igual que todos los demás pueblos de Europa, bascula hacia el consumismo, el cual Carlos X. Blanco describe como neobarbarie, un estado que es peor que cualquier otra cosa. La barbarie ciertamente era un estado no político, no imperial, ni siquiera preimperial, pero, por el contrario, la neobarbarie es el resultado de una delicuescencia irremediable, que ya no permite ningún desarrollo político. Sin embargo, creo que España aún conserva, más que los otros pueblos de Europa, el significado de su historia, incluso si éste es tenue en comparación con lo que podría haber sido por causa del último siglo transcurrido sumido en amnesia americanomorfa, amnesia que aún estamos experimentando hoy.
La destacada revista Desperta Ferro produce, a intervalos regulares, números excepcionales sobre las páginas de la historia de España y Europa. A pesar de su alto valor intelectual y su carácter científico, esta revista se vende en todos los quioscos. Este es un signo de la supervivencia, en plena barbarie, de este espíritu de resistencia campesino, territorial y fáustico. El objetivo de Carlos X. Blanco es reactivar la energía que se manifestó en Covadonga, reactivar el espíritu celto-germánico y visigodo que fue decisivo en la etnogénesis de la nación imperial española. Esta etnogénesis, como la mayoría de las etnogénesis, se formó en la lucha multisecular por la reconquista del territorio, forjando tipos humanos imbatibles como el hidalgo.
Carlos X. Blanco también nos lleva a través de los meandros de la historiografía española, la cual interpretó de muy diferentes formas esta dialéctica entre el celto-germanismo del noroeste y el carácter de lo mediterráneo de la costa oriental de la península, más mozárabe y, por tanto, más inclinado al cosmopolitismo. Estos largos debates son, de hecho, en gran parte desconocidos fuera de España, si bien sería muy ventajoso que no fueran ignorados toda vez que ponen de relieve dinámicas contradictorias que han tenido un significativo impacto en todos los procesos que se han desarrollado a lo largo de la historia del continente europeo.
Según Carlos X. Blanco, vivimos un período de decadencia, donde reina la oclocracia, el poder de las multitudes sin preparación, sin médula anímica interior, sin columna vertebral ética. Esta oclocracia, requerida por la oligarquía o lo que hoy llamamos la "superclase", precipita a los pueblos hacia la decadencia moral y física, espectáculo al que asistimos cotidianamente.
El mensaje de Carlos X. Blanco, el propósito de la escritura de este nuevo trabajo de inspiración spengleriana, es iniciar un proceso similar y necesario al que desencadenó la batalla de Covadonga, esta vez bajo el ímpetu de los elementos aún sanos de todas las naciones del mundo decadente sometido a la oclocracia y la oligarquía y a reiniciar un proceso de reconquista.
Este libro tiene una doble función: filosóficamente, sirve para aplicar de forma original y fructífera los análisis spenglerianos propios de la revolución conservadora; en un plano político y metapolítico, es útil para instar a los lectores a iniciar un espíritu de resistencia y reconquista.
(1) Nota editorial: Robert Steuckers emplea en este prólogo el término español "hacienda" que, en su versión específicamente asturiana, Carlos X. Blanco denomina en el texto, en numerosas ocasiones, a la manera tradicional del Principado, "casería" y que se corresponde exactamente con aquel.
Para Carlos X. Blanco, la idea spengleriana de "centinela" se aplica a los pueblos ibéricos del noroeste de la Península Ibérica. Después del choque inicial de Covadonga, vendrán las órdenes de caballería españolas, los almogávares, después la Orden del Toisón de Oro, los tercios, esto es, los mejores regimientos de infantería de los siglos XVI y XVII, etc., todas ellas fueron unas estructuras militares dotadas con el espíritu de "pueblos centinela".
Este espíritu de caballería es el fundador del Imperio y, en el lenguaje de Oswald Spengler, el cual Carlos X. Blanco hace suyo al aplicarlo a la materia que es la historia de España, consiste en un espíritu propiamente "fáustico". Deriva este espíritu fáustico de la naturaleza eminentemente campesina de la España de los pueblos del noroeste, de su lealtad a la institución de la propiedad de la tierra de la hacienda (1) que se ocupa de la agricultura y la ganadería y, por lo tanto, una concreción fundamental en oposición, quizás, a la otra España, más urbana, más civilizada (En el sentido negativo que Spengler le da a la palabra " civilización"). Pero sin la contribución de esta cultura fundada en la tierra (foncière), fáustica, sin esta aspereza rural, España no habría conocido su gloriosa historia.
Pero hoy España, al igual que todos los demás pueblos de Europa, bascula hacia el consumismo, el cual Carlos X. Blanco describe como neobarbarie, un estado que es peor que cualquier otra cosa. La barbarie ciertamente era un estado no político, no imperial, ni siquiera preimperial, pero, por el contrario, la neobarbarie es el resultado de una delicuescencia irremediable, que ya no permite ningún desarrollo político. Sin embargo, creo que España aún conserva, más que los otros pueblos de Europa, el significado de su historia, incluso si éste es tenue en comparación con lo que podría haber sido por causa del último siglo transcurrido sumido en amnesia americanomorfa, amnesia que aún estamos experimentando hoy.
La destacada revista Desperta Ferro produce, a intervalos regulares, números excepcionales sobre las páginas de la historia de España y Europa. A pesar de su alto valor intelectual y su carácter científico, esta revista se vende en todos los quioscos. Este es un signo de la supervivencia, en plena barbarie, de este espíritu de resistencia campesino, territorial y fáustico. El objetivo de Carlos X. Blanco es reactivar la energía que se manifestó en Covadonga, reactivar el espíritu celto-germánico y visigodo que fue decisivo en la etnogénesis de la nación imperial española. Esta etnogénesis, como la mayoría de las etnogénesis, se formó en la lucha multisecular por la reconquista del territorio, forjando tipos humanos imbatibles como el hidalgo.
Carlos X. Blanco también nos lleva a través de los meandros de la historiografía española, la cual interpretó de muy diferentes formas esta dialéctica entre el celto-germanismo del noroeste y el carácter de lo mediterráneo de la costa oriental de la península, más mozárabe y, por tanto, más inclinado al cosmopolitismo. Estos largos debates son, de hecho, en gran parte desconocidos fuera de España, si bien sería muy ventajoso que no fueran ignorados toda vez que ponen de relieve dinámicas contradictorias que han tenido un significativo impacto en todos los procesos que se han desarrollado a lo largo de la historia del continente europeo.
Según Carlos X. Blanco, vivimos un período de decadencia, donde reina la oclocracia, el poder de las multitudes sin preparación, sin médula anímica interior, sin columna vertebral ética. Esta oclocracia, requerida por la oligarquía o lo que hoy llamamos la "superclase", precipita a los pueblos hacia la decadencia moral y física, espectáculo al que asistimos cotidianamente.
El mensaje de Carlos X. Blanco, el propósito de la escritura de este nuevo trabajo de inspiración spengleriana, es iniciar un proceso similar y necesario al que desencadenó la batalla de Covadonga, esta vez bajo el ímpetu de los elementos aún sanos de todas las naciones del mundo decadente sometido a la oclocracia y la oligarquía y a reiniciar un proceso de reconquista.
Este libro tiene una doble función: filosóficamente, sirve para aplicar de forma original y fructífera los análisis spenglerianos propios de la revolución conservadora; en un plano político y metapolítico, es útil para instar a los lectores a iniciar un espíritu de resistencia y reconquista.
(1) Nota editorial: Robert Steuckers emplea en este prólogo el término español "hacienda" que, en su versión específicamente asturiana, Carlos X. Blanco denomina en el texto, en numerosas ocasiones, a la manera tradicional del Principado, "casería" y que se corresponde exactamente con aquel.
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