EVOLA Y SPENGLER
Robert Steuckers.
Traducción
al español: Carlos X. Blanco
"Traduje del alemán, a petición del editor Longanesi..la vasta y célebre
obra de Oswald Spengler La decadencia de Occidente. Eso me dio la oportunidad de especificar, en una introducción, el
significado y los límites de esta obra que, en su tiempo, había sido
mundialmente famosa". Estas palabras inician una serie de párrafos
críticos sobre Spengler en El camino del
Cinabrio de Julius Evola (p. 177).
Evola rinde homenaje al filósofo
alemán por haber dejado de lado las "fantasías progresistas e historicistas"
al mostrar que la etapa alcanzada por nuestra civilización poco después de la Primera Guerra
Mundial no fue un vértice, sino, por el contrario, un "crepúsculo". A
partir de esto Evola reconoció que Spengler, especialmente gracias al éxito de
su libro, hizo posible ir más allá de la concepción lineal y evolutiva de la
historia. Spengler describe la oposición entre Kultur y Zivilisation,
"el primer término que indica, para
él, las formas o fases de una civilización cualitativa, orgánica, diferenciada
y vital, el segundo indica las formas de una civilización racionalista, urbana,
mecánica, informe, sin alma" (p. 178).
Evola admiró la descripción
negativa que Spengler hace de la Zivilisation,
pero critica la ausencia de una definición coherente de Kultur, porque, según él, el filósofo alemán seguía siendo
prisionero de ciertos esquemas intelectuales propios de la modernidad. "Le faltaba por completo el sentido de la
dimensión metafísica o de la trascendencia, que representa la esencia de toda
verdadera Kultur" (p. 179).
Evola también reprocha el
pluralismo de Spengler; para el autor de La
Decadencia de
Occidente, las civilizaciones son muchas, distintas y discontinuas entre
sí, constituyendo cada una de ellas una unidad cerrada. Para Evola, esta
concepción es válida sólo para los aspectos exteriores y episódicos de varias
civilizaciones. Por el contrario, continúa, es necesario reconocer, más allá de
la pluralidad de las formas de civilización, las civilizaciones (o fases de
civilización) de tipo "moderno", en contraposición a las
civilizaciones (o fases de civilización) de tipo "tradicional". Sólo
hay pluralidad en la superficie; en el fondo, hay una oposición fundamental
entre la modernidad y la
Tradición.
Luego, Evola reprocha a Spengler
haber sido influenciado por el pensamiento vitalista e
"irracionalista" post-romántico alemán, que recibió su más amplia y
radical expresión en la obra de Ludwig Klages. La valorización de la vida es
vana, explica Evola, si la vida no está iluminada por una auténtica comprensión
del mundo de los orígenes. Así pues, la inmersión en la existencialidad, en la Vida, exigida por Klages,
Bäumler o Krieck, puede parecer peligrosa e iniciar un proceso regresivo (se
observará que la crítica evoliana se distingue de las interpretaciones
alemanas, según exactamente los mismos criterios que nosotros planteamos al
hablar de la recepción de la obra de Bachofen).
Evola piensa que este vitalismo
lleva a Spengler a decir "cosas que hacen sonrojar" sobre el budismo,
el taoísmo, el estoicismo y la civilización grecorromana (que, para Spengler,
no es más que una civilización de "corporeidad"). Por último, Evola
no acepta la valorización que hace Spengler del "hombre fáustico",
figura nacida en la época de los descubrimientos, el renacimiento y el
humanismo; por esta determinación temporal, el hombre fáustico es llevado hacia
la horizontalidad más que hacia la verticalidad. En cuanto al Cesarismo, un
fenómeno político de la era de las masas, Evola comparte el mismo juicio
negativo que Spengler.
Las páginas dedicadas a Spengler
en El camino del Cinabrio son, por lo
tanto, bastante críticas; Evola llega incluso a la conclusión de que la
influencia de Spengler en su pensamiento fue nula. No es ésta la opinión de un
analista de Spengler y Evola, Attilio Cucchi (en "Evola, Tradizione e
Spengler", Orion nº 89, 1992).
Para Cucchi, Spengler influyó en Evola, en particular en su crítica del
concepto de "Occidente": al afirmar que la civilización occidental no
es la civilización, la única civilización que existe, Spengler la relativiza,
como afirma Guénon. Evola, un atento lector de Spengler y Guénon, combinaría
elementos de las críticas de Spengler y Guénon. Spengler afirma que la cultura
occidental fáustica, que comenzó en el siglo X, ha decaído y ha caído en la Zivilisation,
que ha congelado, drenado y matado su energía interior. América ya está en esta
etapa final de desruralización y Zivilisation
tecnológica.
Es sobre la base de la crítica
Spengleriana de la Zivilisation que Evola
desarrolló más tarde su crítica del bolchevismo y el americanismo: Si la Zivilisation es el
crepúsculo para Spengler, América es el extremo-Oeste
para Guénon, es decir, la irreligión empujada hasta sus últimas consecuencias.
En Evola, sin duda, los argumentos spenglerianos y guénonianos se combinan,
aunque, a fin de cuentas, los elementos guénonianos dominan, especialmente en
1957, cuando la edición de La decadencia
de Occidente fue publicada por Longanesi con un prólogo de Evola. Por otra
parte, la crítica spengleriana al Cesarismo político se encuentra, a veces
palabra por palabra, en los libros de Evola El
fascismo visto desde la derecha y Los
hombres entre las ruinas.
El Dr. H. T. Hansen, el autor de
la introducción a la edición alemana de Los
hombres entre las ruinas Ruins (Menschen
inmitten von Ruinen [Tubinga: Hohenrain, 1991]), confirma las vistas de
Cucchi: varias ideas spenglerianas se encuentran esbozadas en Los hombres entre las ruinas, en
particular la idea de que el estado es la forma interior, el "estar en
forma" de la nación; la idea de que la decadencia se mide en la medida en
que el hombre fáustico se ha convertido en un esclavo de sus creaciones; la
máquina le obliga a seguir un camino del que nunca podrá volver atrás, y que
nunca le permitirá descansar. La fiebre y la huida hacia el futuro son
características del mundo moderno ("Fausto" para Spengler) que Guénon
y Evola condenan con igual fuerza.
En La hora de la decisión (1933), Spengler critica el Cesarismo (en
realidad, el nacionalsocialismo hitleriano) como producto del titanismo
democrático. Evola escribió el prefacio de la traducción italiana de esta obra,
después de una lectura muy atenta. Finalmente, el "estilo prusiano"
exaltado por Spengler se corresponde, según Hansen, con la idea evangélica del
"orden de vida aristocrático, ordenado jerárquicamente según el
servicio". En cuanto a la necesaria preeminencia de la Gran Política sobre
la economía, la idea se encuentra en ambos autores. Así, la influencia de
Spengler en Evola no fue nula, a pesar de lo que Evola dice en El camino del Cinabrio.
Fuentes del artículo: Nouvelles de Synergies européennes no. 21, 1996. Translated by Greg Johnson.
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