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Fundamentos históricos, políticos y filosóficos de la guerra- Rodrigo Palacios
Conversamos con el historiador español Rodrigo Palacios para conocer en profundidad los fundamentos filosóficos, políticos e históricos de la guerra. De San Agustín a Julius Evola, pasando por Clausewitz y algunos de los más relevantes pensadores de la tradición occidental, tratamos de desentrañar la importancia del pólemos para comprender la antropología humana. Como dijera el viejo Heráclito tiempo atrás, "La guerra es el padre de todas las cosas".
"Aquel que cree estar en paz no sabe contra quien pelea: otros han decidido por él. Es sabido: la política es la guerra por otros medios. Lo que admite una lectura inversa: la guerra es la política por otros actos. Que se trastocan en el momento en que han dejado de arrebatar la soberanía para comenzar a arrebatar la vida. Los fines, sin embargo, resultan idénticos.
El hombre moderno es un turista: sin arraigo ni grandes aspiraciones, se pasea tranquilamente por un mundo homogeneizado. El hombre antimoderno es un guerrero: no busca la comodidad sino que su ascetismo, sustentado en el rechazo de lo no virtuoso, se encuentra en constante estado de batalla. Lo que lleva aparejado todo un correlato metafísico y teológico: Julius Evola y Ernst Jünger, entre otros, bien lo sabían.
No hay mayor iniciación en la vida que la experiencia cercana de la muerte.
Metafísica de la guerra: en la paz que ha quedado reducida a privilegio exclusivo de lo político. Por eso los jóvenes, en ausencia de combate, consagran su vida a la pasión –que también es pulsión– política. Decisión que es definición en la que se forja el yo. La capacidad para resignificar heroicamente la vida en contraste con la extensa sobreprotección, a modo de incubadora perpetua, bajo cuyo manto castrador sobrevive el burgués.
El sentido de la lucha, en sus múltiples maneras, como forma de otorgar significado a la existencia. Superando la indecisión, el amilanamiento y la comodidad. Al mártir se le ha regalado la gracia de vivir en el desierto: a la intemperie de lo yermo. Como metáfora de toda vida que no es un mero flujo, en último término remitente a la vacuidad: no hay mayor soberanía que la de escoger por qué morir. Que es tanto como decir para qué vivir: encarnación de la propia identidad.
En tiempos de paz, por la política. Y en el último grado de la política, por la guerra.
La vida siempre es guerra: su primera y su última lucha son contra la muerte. El héroe sale del gineceo para abrazar su condición mortal; el burgués permanece en su burbuja soñándose, equivocadamente, imperecedero. Es vocación frente al convencionalismo. Trascendencia contra biología. Melancólica vuelta a la espiritualidad. Y nostalgia de la autenticidad. Y amor a la sacralidad. Y sacrificio como dignidad. No es política: es guerra. ¿La acumulación? ¿La seguridad? ¿La felicidad? Tampoco nosotros hemos venido para quedarnos."
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